Fuente: Revista EMB Construcción
Tomando como base un estudio del Centro Mario Molina Chile (2014), el Ministerio del Medio Ambiente establecerá una serie de medidas para reducir el impacto de la leña en el próximo Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) de la Región Metropolitana, que debe presentarse a consideración de la ciudadanía hacia fines de este año.
Concretamente, en materia de fuentes residenciales, el Gobierno está proponiendo la prohibición total del uso de leña en la provincia de Santiago y radio urbano de la Región Metropolitana, y una restricción paulatina en las comunas rurales.
En GISMA pensamos que, junto con este tipo de medidas, debemos avanzar como país hacia una mayor eficiencia en el aislamiento de viviendas, ya que con ello se necesitará menor energía calórica para la calefacción en invierno, al igual que un menor uso de sistemas de refrigeración en verano. Por otro lado, se requiere una política pública audaz, para que las personas -especialmente las de menores recursos- puedan acceder tanto a una mejor aislación de sus viviendas, como asimismo a artefactos de calefacción menos riesgosos para la salud y el medio ambiente. Lograr una menor contaminación -intradomiciliaria y ambiental- y una mayor eficiencia energética, es algo totalmente factible.
Sistemas de calefacción más usados
De acuerdo a un estudio del DICTUC, los artefactos de calefacción más utilizados en nuestro país son las estufas tradicionales a parafina y, en general, los artefactos a combustión de llama abierta. El problema es que estas son, precisamente, las que presentan las mayores emisiones de monóxido de carbono y material particulado fino (MP2,5). Ahora bien, desde el punto de vista de impacto ambiental por emisiones atmosféricas, se debe recordar el informe del Centro Mario Molina Chile, que cita a la encuesta de la Corporación de Desarrollo Tecnológico, CDT, donde se establece que 53% de las estufas a leña son de doble cámara (sin especificar si esta tecnología cumple con los estándares internacionales exigidos para este tipo de artefactos, que permiten reducir sustancialmente las emisiones) y 32% corresponde a salamandras. Otro dato que se destaca es que en la Región Metropolitana el 68% del consumo de leña se realiza en zonas rurales y 32% en zonas urbanas.
Cabe señalar que además de los riesgos y daños al medio ambiente y salud de las personas que conllevan la parafina y la leña (además del carbón), el gas licuado y el natural también generan algunos contaminantes nocivos intradomiciliarios cuando no disponen de ductos de evacuación de gases al exterior.
En cuanto a las emisiones atmosféricas, la reducción de la calefacción a leña es considerada prioritaria en la Región Metropolitana y en otras zonas del país debido a que es el principal precursor del material particulado fino, MP 2,5, que es el más dañino para la salud, dado que puede alcanzar los alveólos pulmonares y la sangre. Según el estudio (2014) del Centro Mario Molina, reducir las emisiones por calefacción a leña en el Gran Santiago es una “tarea desafiante, ya que requiere el control de aproximadamente 120 mil fuentes residenciales que se encuentran distribuidas en zonas urbanas y rurales de la Región Metropolitana”.
Estudio de contaminación intradomiciliaria
En cuanto a la contaminación intradomiciliaria, el DICTUC, a través de su área de Energía Sustentable, realizó un estudio de laboratorio cuyos resultados se divulgaron en 2011, que midió los niveles de material particulado fino y otros gases dañinos para la salud que emiten los artefactos de calefacción de uso común en Chile y sin ducto de evacuación de gases al exterior.
Se evaluó la contaminación generada por estufas a gas licuado, natural y a parafina tanto nuevas como usadas. Para el resto de sistemas o artefactos -como calefacción central, eléctricos y estufas fijas con ducto de evacuación de gases al exterior-, se consideró nula generación de emisiones intradomiciliarias.
Entre los artefactos de calefacción más utilizados en nuestro país, las estufas tradicionales a parafina son las que presentan las mayores emisiones de monóxido de carbono y material particulado fino. El estudio reveló también que las estufas a parafina, independientemente de su tecnología, son las que generan las mayores emisiones de dióxido de azufre (SO2), en tanto que las estufas modernas a parafina son las que presentan las mayores emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx).
Entre otros resultados, se observó que las estufas usadas tienden a presentan mayores índices de emisión de material particulado fino que las nuevas, sin importar el combustible utilizado o la tecnología del artefacto.
Hay que precisar, sin embargo, que las tecnologías han ido evolucionando desde la publicación de dicho estudio del DICTUC, por lo cual una nueva investigación podría arrojar algunas variaciones.
Efectos de la contaminación del aire
La contaminación del aire puede provocar una serie de problemas de salud, como irritación respiratoria, dificultades broncopulmonares, accidentes cardiovasculares e infartos agudos al miocardio en adultos, cáncer, e incluso la muerte.
Según estimaciones de la OMS (2012), la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 3,7 millones de defunciones prematuras. La OMS también calcula que un 80% de las defunciones prematuras relacionadas con la contaminación del aire exterior se debe a cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular, mientras que un 14% se debe a neumopatía obstructiva crónica o infección aguda de las vías respiratorias inferiores, y un 6% a cáncer de pulmón.
Contaminantes y riesgos para la salud
El material particulado (PM) es una compleja mezcla de pequeñas partículas sólidas y pequeñas gotas, tales como ácidos, compuestos orgánicos, metales, polvo, entre muchos otros. Los efectos de las partículas sobre la salud de las personas están directamente relacionados con el tamaño que estas tengan. Partículas con un diámetro superior a 10 micrones se denominan como “no respirables”, ya que no son capaces de entrar al sistema respiratorio. Por su parte, las partículas con un diámetro igual o inferior a 10 micrones se consideran como “respirables”, pudiendo llegar hasta los alvéolos pulmonares y la sangre, si es que su diámetro es inferior a 2,5 micrones (PM fino). Así, mientras menor es el tamaño de las partículas mayor es el daño.
Fuente: GISMA, consultora ambiental.